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Donde deben estar las catedrales es la obra prima de Severino Salazar. Fue galardonada con el Premio Juan Rulfo a Primera Novela 1984.

En esta obra se cuenta la historia de un arquitecto que regresa a su pueblo natal (Tepetongo, Zacatecas) para rescatar su pasado, en particular una historia sucedida en aquel pueblecito cuando él apenas era un niño, de ahí que la narración se cuente en dos líneas temporales: lo sucedido en 1957 y lo que sucede en el presente desde donde el personaje rememora los hechos que le inquietan. La fábula que corresponde a 1957 nos habla del triángulo amoroso establecido entre Baldomero Berumen, Máxima Benítez y Crescencio Montes. La narración es ambigua, el lector sabe lo ocurrido pero no el porqué; las conjeturas del lector no llegan a ser certeza porque el narrador no lo permite: “Que nada es cierto: que todo se contradice. Que sólo Dios sabe qué se habrían traído esos tres” (Salazar; 2013:120).

La imposibilidad del amor, el sinsentido de la vida y el vacío son los temas que inquietan a los personajes de esta novela con visión sombría de la vida que sólo es silencio y dolor.

En Desiertos intactos, al igual que en Donde deben estar las catedrales, el narrador presenta dos historias distintas ocurridas en diferentes tiempos. Así, dos líneas temporales van dando forma al texto: la narrada en tiempo actual tiene que ver con Gerardo y su tortuosa relación con su hermano, ahí el narrador describe el estilo de vida de una singular familia avecindada en La Chaveña; la segunda historia narra la vida del místico anacoreta que según se cuenta vivió en el desierto zacatecano en el siglo XVI. Esta es una novela relacionada con la mística y con el criptojudaísmo, del que da una cátedra Angelina Muñiz-Huberman en su texto “Memoria, profecía, apocalipsis en Desiertos intactos de Severino Salazar” que puedes encontrar en la siguiente liga:

http://zaloamati.azc.uam.mx/bitstream/handle/11191/4104/2_Coloquio_Severino_Salazar_Angelina_memorias_profesia_apocalipsis.pdf?sequence=1.

¡Pájaro, vuelve a tu jaula! es una novela que trata el tema del viaje y los juegos de infancia. El narrador personaje es un hombre deforme que desde el encierro cuenta la trágica historia acaecida 20 años atrás. Se trata de un grupo de niños que emprenden un emocionante viaje de Tepetongo, Zacatecas, a una mina abandonada de Juanchorrey en busca del tesoro ahí escondido; el autor logra una tensión narrativa que no acaba hasta el final de la novela. Los personajes son niños que se alegran el día con juegos colectivos que contagian al lector del deseo de estar en el campo al aire libre para jugar con ellos a “mover la tierra”. Salazar logra la empatía del lector para, al final, romperle el corazón.

La locura de las flores. En este relato se narra la historia de amor imposible de Paulina Zúñiga y Pedro de Osio; a lo largo de la novela Paulina intenta recuperar el amor que simplemente dejó perder. Paulina, como muchos personajes de Severino, se abandona a la angustia luego de un proceso de anagnórisis en el que entiende la imposibilidad del amor. El jardín de la casa de Paulina y las flores que rodean a su amigo el sacerdote, enmarcan esta historia trágica de muerte, amargura y locura envuelta en colores y olores florales.

Paisajes imposibles, la danza de los ciervos

En esta obra, última novela de Salazar, el escritor nos presenta tres maneras distintas de contar una misma historia. El marco: el desierto y el abismo. Los barrancos que se encuentran por doquier, como el precipicio del cerro de La Bufa, son el símbolo del abismo y vacío que significa la muerte. Un mismo destino que alcanza al personaje a lo largo del tiempo. Uno, el contemporáneo, Johnny González, proveniente de Estados Unidos, con indumentaria de cuero negro, botas, guantes y casco, sobre una Harley Davidson; otro, el caballero de Cáceres, proveniente de Portugal, con armadura, yelmo y lanza montando un caballo; ambos fascinados por la historia de dom Fuas Roupinho, quien por un milagro sobrevivió al abismo. Esta obra se caracteriza por sus frases llenas de significado que nos hacen pensar en un Severino Existencialista, siempre al borde del vacío como él mismo lo señala: “Siempre hay un momento del día en que nos asomamos al desfiladero”, “Siempre me acompaña el vacío: piel adentro todo es desfiladeros”.

Agradecemos la colaboración de María de Jesús Salazar Muro, quien generosamente nos compartió las portadas de las primeras ediciones de los cuentos y novelas del escritor zacatecano.

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